Para los que rebobinan con el alma y adelantan con estilo (aunque lleven pantalones acampanados en 2024).
Cuando el pasado suena demasiado presente
En un mundo donde el pop domina las listas, el trap llena los festivales y la IA amenaza con reemplazar hasta a los guitarristas, una banda como Greta Van Fleet aparece como una anomalía: cuatro chicos jóvenes tocando como si fueran veteranos de Woodstock. ¿Qué clase de hechicería setentera es esta?
Desde su debut en 2017, la banda ha generado tantas ovaciones como cejas levantadas. Su sonido, profundamente inspirado en Led Zeppelin, ha dividido al público: ¿son el salvavidas del rock clásico o una réplica estilizada para la nostalgia generacional?
¿Quiénes son estos viajeros del tiempo?
Originarios de Frankenmuth, Michigan, Greta Van Fleet está formada por los hermanos Josh (voz), Jake (guitarra) y Sam Kiszka (bajo y teclados), y su amigo Danny Wagner (batería). Formaron la banda en 2012, cuando aún eran adolescentes, y rápidamente captaron la atención con su primer EP Black Smoke Rising (2017).
La voz de Josh —aguda, potente, dramática— fue lo primero que hizo a la gente voltear. Las comparaciones con Robert Plant no se hicieron esperar, y los riffs cargados de distorsión vintage terminaron de sellar la etiqueta: “los nuevos Led Zeppelin”.
Discografía que suena a vinilo (aunque la escuches en Spotify)
From the Fires (2017)
Ganador del Grammy a Mejor Álbum Rock en 2019. Una compilación de su primer EP con algunos temas nuevos. Suena crudo, eléctrico, y claramente plantado en los 70.
Anthem of the Peaceful Army (2018)
Intento más ambicioso y conceptual. Letras místicas, producción más pulida, pero aún empapado de influencia Zep. Dividió críticas: algunos lo amaron, otros lo vieron como una falta de identidad.
The Battle at Garden’s Gate (2021)
Aquí Greta Van Fleet quiso dejar claro que no son una banda tributo. Más épico, más atmosférico, con arreglos sinfónicos y momentos cinematográficos. Hay espacio para ellos mismos, no solo para sus ídolos.
Starcatcher (2023)
Su trabajo más reciente y probablemente más equilibrado. Sigue habiendo raíces clásicas, pero también una búsqueda de sonidos más modernos y matices personales. ¿Una banda que finalmente está encontrando su voz?
¿Copia, homenaje o evolución?
Es imposible hablar de Greta Van Fleet sin tocar el elefante en la habitación: su parecido con Led Zeppelin.
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Sí, suenan parecido. Josh Kiszka canta como si Robert Plant lo poseyera en cada ensayo.
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Sí, usan la misma fórmula de riffs pesados + misticismo lírico + solos épicos.
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Pero también hay diferencia generacional. Greta Van Fleet no vivió Vietnam ni los 60, y su visión del mundo no es la misma.
Para algunos críticos, eso los hace una copia sin alma. Para otros, es precisamente lo que les da frescura: toman un sonido clásico y lo actualizan con espíritu milenial (o centennial, mejor dicho).
¿Por qué están funcionando?
Porque hay hambre de rock auténtico:
En una era dominada por la producción digital, Greta Van Fleet ofrece una experiencia orgánica: instrumentos reales, voz en crudo, cero filtros. Y eso se siente.
Porque lo vintage vende:
Desde el revival del vinilo hasta la estética retro en redes, lo viejo está de moda. Y Greta Van Fleet encaja perfecto en ese trend nostálgico que mezcla lo analógico con lo cool.
Porque en vivo la rompen:
No hay autotune, no hay playback. Solo cuatro músicos dejándolo todo sobre el escenario, como se hacía antes.
Pero no todo es perfecto
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Falta de originalidad (aún): Aunque Starcatcher muestra evolución, muchos siguen esperando que Greta Van Fleet suene a Greta Van Fleet, no a un cover glorificado.
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Letra y estética difusa: Misticismo, caballos, luz, oscuridad… a veces parece que están jugando al tarot musical sin mucho sentido.
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La presión por “salvar el rock”: Los han cargado con una misión que probablemente no pidieron. Y eso puede jugar en contra.
¿Qué futuro tiene esta banda?
Si Greta Van Fleet logra seguir explorando su propia voz y dejar de mirar por el retrovisor, puede convertirse en una banda clave del siglo XXI. No como “los nuevos Zeppelin”, sino como los primeros Greta. La semilla está plantada, ahora depende de ellos regarla con algo más que referencias.
En la escena alternativa e indie… ¿tienen lugar?
Curiosamente, aunque suenan más clásicos que indie, Greta Van Fleet ha encontrado eco entre oyentes alternativos, sobre todo entre quienes extrañan la visceralidad del rock en vivo. No son experimentales, pero tampoco son parte del mainstream de plástico. Están en esa zona gris que tanto le gusta a la audiencia alternativa: lo suficientemente raro para no sonar genérico, lo suficientemente familiar para vibrarlo.
Recomendaciones para entrarle a Greta Van Fleet:
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“Highway Tune” – El gancho perfecto para iniciarse.
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“Heat Above” – Rock místico con coros celestiales.
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“Safari Song” – Voz, riff y actitud.
“Light My Love” – Su lado más melódico y emocional.
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“Meeting the Master” – Un paso hacia nuevos sonidos.